El desierto de los espejos

Ella caminaba por el desierto en busca de agua, había perdido la noción del tiempo , sólo sabía que tenía sed.

Él por su parte caminaba en dirección hacia ella sin saberlo, con el mismo objetivo, tal vez prendido del bolsillo de su pantalón.

Y de esos dos caminos recorridos se formó uno, al encontrarse en un punto.

Sintieron temor  al verse  solitarios en un mundo que no llegaban a comprender, pero la atracción fue inmediata, cada uno apoyó lentamente un pie para acercarse y en ese punto se comenzó a abrir  la arena, y ellos fueron atraídos por una fuerza hacia otro lugar

Era un orificio estrecho pero pasaron juntos deslizándose en la arena, había pasado tiempo y estaban encerrados en el reloj.

Arena que  al mirarla en detalle, revelaba que se trataba de  pequeños espejos que guardaban restos de vidas pasadas.

Espejos  que comenzaron a coalescer formando un espejo  a modo de ventana hacia otras dimensiones.

Él le dijo - toma mi mano no temas

Y allí juntos de la mano, se sumergieron en el espejo, que en segundos luego de su paso, volvió a ser pequeños espejos que parecían arena encerrada en un pequeño reloj antiguo que reposaba sobre el piano.

Un laberinto de espejos, los recibió, pero ellos reflejaban etapas diferentes con recuerdos de su vida, los espejos hablaban tomando la forma de quien se asomaba en su reflejo.

Los espejos hablaban pero ellos, habían perdido la capacidad de expresarse a través del lenguaje.

Intentaban emitir sonidos, pero nada salía de sus bocas, sólo desesperanza y hastío.

Estaban cansandos, desanimados,  intentando expresar ideas pero sumidos en la idea de querer hablar, olvidando tal vez otras formas de expresión.

Y aturdidos por todos los espejos que no paraban de contar su propia historia, aumentando sus decibeles para que su relato prevaleciera, ellos eran espejos egoístas que no sabían escuchar a los demás.

Ella sin querer rozó su piel  y él sintió que su interior se modificaba, sintió una turbulencia en su estómago y de su boca salió una mariposa, que  al aletear emitía una música muy calma.

Sorprendidos por lo sucedido, él empezó a rozarla a ella y sintió el mismo efecto, las mariposas de cada uno se buscaron y se fusionaron estampándose en uno de los espejos.

Se acercaron a mirar, y descubrieron que  la imagen que formaba era la de una puerta incompleta.

Con la mirada azorada, comenzaron a acariciarse con más fuerza, pero no resultaba, no sentían nada, y nada salía de sus bocas.

Se sentaron en el piso  frente a frente apoyados contra unos espejos que no paraban de decir palabras,  y en ese instante

Se miraron …

Y al mirarse, se les erizó la piel  y un torbellino se formó en el interior de cada uno, y por sus bocas emanaron las más bellas mariposas nunca vistas, se buscaban de a pares una mariposa de cada uno, que se fusionaban y a modo de puzle conformaban la imagen de la puerta

La puerta estaba formada, intentaron abrirla pero no podían, los espejos los debilitaban porque ya emitían gritos que les perforaban sus tímpanos.

Intentaban derribar la puerta, pero no podían..


Ella empezó a llorar y él la abrazó, no podían imaginar que  ese abrazo abriría la puerta sin necesidad de tener ninguna llave.

Al abrir la puerta se encontraron con paraíso de color, aun no podían hablar pero ya habían aprendido a comunicarse, y en este lugar solo existía el silencio.

Ellos sabían que podían mirarse, tocarse, abrazarse y algo sucedería mas allá de lo que pudieran entender.

A través de un  campo verde, con un cielo celeste y un sol que lo iluminaba todo, ellos caminaban como flotando, tomados de las manos, como si estuvieran conversando.

A lo lejos escuchaban el sonido del agua,  era como una cascada se dirigieron hacia ese lugar.

Era una magnífica belleza natural aunque no entendían bien porque el agua subía en lugar de caer.Tenían sed, la sed que acumularon en el desierto, felices, se metieron debajo de la cascada,  pero no podían beber, porque el agua subía, tan solo dejó unas gotas sobre la boca de ella.

Dos gotas que recorrían su boca buscando el suelo,

Ella supo que debía darle de beber en la boca con sus propios labios, apoyó delicadamente sus labios sobre los de él, para que las gotas no cayeran,  y ese beso provocó una lluvia, lluvia de la que podían beber  abrieron sus bocas al cielo para calmar la sed.

Pero el agua comenzó a subir, tapándolo todo,  y los límites de la tierra tomaban forma de vidrio, no entendían que estaban nadando en un vaso de agua,  el vaso quedó a mitad de nivel, y ellos se cansaban no tenían energía para sostenerse flotando sobre el agua, se besaron con besos mojados que hacían llover y llenaban aun más el nivel del agua del vaso.

Y se besaron tanto que el agua del vaso rebalsó,  y los dejó a las orillas de una playa, sentían mucho frío y era un atardecer como cualquier otro, que le daba paso a las estrellas.

Juntaron sus cuerpos para calentarse, pero tiritaban del frío, se juntaban aun mas, y en ese juntarse descubrieron que podían generar calor, pero también deseo.

Se besaron, acariciaron cada centímetro de su piel, se lamieron, chuparon, devoraron, estaban como ciegos de placer olvidando todo frío pasado, y ella empezó a emitir sonidos de su boca, no eran palabras, eran gemidos, la temperatura aumentaba, el sudor se hacía presente, se unían, se separaban, la penetraba despacio y luego con movimientos como las olas del mar, mar que se convirtió en sábanas, sábanas de una cama que tendía al caos a medida que los cuerpos se amalgamaban.

Y se miraron a los ojos y supieron que tan solo  podían decir dos palabras

Ellos dijeron

“Te amo”  


Nada extraordinario pasó, tan solo supieron que eran dos personas que se amaban en un mundo que ellos confeccionarían a su antojo, mirando un reloj de arena, un par de espejos, un vaso de agua, y una cama.











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